En los nueve meses no sólo aprendí a hacer tartas de fondant o pasteles, también compartí buenos ratos con gente a la que le gusta la repostería tanto como a mí. Porque en las clases no sólo aprendí de la profesora, también de mis compañeras. Personas increíbles, algunas de culturas diferentes, que me han hecho ver más allá y mejorar.
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