Comenzamos poniendo el chocolate blanco troceado y un cuarto de nata en un bol. Después, para deshacer el chocolate, calentamos la mezcla en el microondas, en la opción de descongelar, o al baño María. Una vez fundido el chocolate, removemos la mezcla hasta que los dos ingredientes se unan. Terminamos pasando la mezcla a un bol grande y la dejamos enfriar a temperatura ambiente.
Mientras tanto, ponemos el resto de la nata en un bol grande y, con la batidora de varillas, batimos hasta que esté casi montada. Primero batimos a velocidad baja y, cuando empiecen a formarse burbujas de aire, subimos la velocidad al máximo y seguimos batiendo hasta que forme picos suaves.
Seguidamente, cuando tengamos la nata lista, pasamos dos cucharadas a la mezcla de chocolate y removemos para que quede más suave con una lengüeta.
Después, agregamos la mitad de la nata que nos queda y mezclamos, con movimientos envolventes y suaves, hasta que los dos ingredientes se integren. Vertemos el resto de nata y la integramos del mismo modo.
Repartimos la mousse de chocolate blanco en 4 o 6 recipientes. Agitamos los recipientes para que la crema se asiente bien y los tapamos con film, sin que éste llegue a tocar la crema. Guardamos la mousse en la nevera un par de horas, como mínimo, para que se enfríe y coja consistencia.
Finalmente, después del reposo, la mousse se puede servir tal cual, o podéis darle un toque de color utilizando algún fruto rojo, hojas de menta fresca, un poquito de azúcar glas y unos cuantos trocitos de galleta machacados para darle un toque crujiente.